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ENTREVISTA CON RICARDO IRIBARREN

UNA PARTITURA CON NOTAS DE VIDA

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Ricardo Iribarren

Una partitura con notas de vida

Ricardo Iribarren es conocido por ser un miembro fundamental del comité de la Federación Cinológica Argentina. Ocupa el cargo de tesorero y esta entrevista descubre a una persona que sorprende por su inteligencia y sensibilidad, sus pasiones y relaciones, pero sobre todo por sus principios.

 

Por: Alejandro Murzone

Foto: Silvina Stefano

 

¿Cuáles son los recuerdos que marcan su infancia?

Nací en la Buenos Aires en el barrio de Caballito y mis padres eran muy unidos, así que yo disfruté de una infancia muy feliz, tuve un hermano 3 años menor. Mi madre era una mujer muy ejecutiva, vos imagínate que nació en 1908 y a los 13 años con anuencia del juez de menores entró a trabajar a una empresa que se llamaba Gath & Chaves, una empresa inglesa, porque mi abuelo era un hombre de pocos recursos y ella tenía varios hermanos y y para que ellos pudieran estudiar, mi madre fue a trabajar a los 13 años.

Mi padre era un hombre muy alegre, muy simpático. Se dedicó a la comercialización. Era muy compañero y muy enamorado de mi madre. Te voy a contar una anécdota jocosa, en un momento determinado mis padres se distanciaron cuando eran novios y después de un tiempo, mi madre encontró una tarjeta donde estaba el nuevo domicilio de mi padre, entonces lo llamó y le preguntó por qué le había mandado esa tarjeta y mi papá respondió que no se la había mandado a ella, le dijo: “no, estás equivocada”, finalmente se reunieron y ella le preguntó cuál era la razón de ese distanciamiento y él le contestó porque la amaba demasiado y quería que ella fuera suya y mi mamá en esos años, te vuelvo a decir mi padre era de 1906 y mi madre de 1908, le dijo que ella era suya, que podrían ser pareja en cualquier momento, esos eran mis padres.

 

 

Sabemos que tiene una gran pasión por la música

A mi padre le gustaba mucho la música y cantaba, era muy afinado. Yo lo escuchaba y cuando era muy chico descubrí a Bing Crosby, un cantante de hace muchos años atrás; así empecé a escuchar música desde muy pequeño. Mi primer descubrimiento fue el jazz moderno, escuche una orquesta que era de Woody Herman y el primer disco de jazz que tuve tenía de un lado “Miel de manzana” y del otro lado “El bigote de tu padre”. Caminé 15 días por Buenos Aires para buscar ese disco que tenía dos versiones, una de cada lado además, pero así era la música cuando yo era chico.

 

 

¿Qué fue lo que lo cautivo del jazz?

En mi casa mi tío y mi padrino martillaban el piano. Mi padrino tocaba los temas que escuchaba en la radio, vos le pasabas el dial de la radio de un lado a otro y él acompañaba a cualquier músico que escuchara con su piano. Para mí el jazz fue una pasión y el jazz moderno, es decir: Dizzy Gillespie, Charlie Parker, Thelonious Monk y todo lo que vino después de ellos. Esa es la pasión de mi vida.

 

 

¿Cuáles son sus músicos favoritos?

Mis músicos favoritos son Miles Davis, Charlie Parker, Thelonious Monk y Dizzy Gillespie, pensá que yo tengo más de 4300 CDs originales. En algunas ocasiones grabé algo pero no descansaba hasta conseguir la versión original, así que me paso la vida buscando, comprando y coleccionando CDs, eso me mantiene vivo porque es una pasión que no termina nunca.

 

 

¿Ha tenido el placer de poder ver a alguno de estos músicos tocar en vivo?

Desde los 23 años, cada 2 o 3 años viajo a Nueva York para escuchar músicos de jazz y los he escuchado casi a todos, y también a los que han venido a Buenos Aires. Cuando vinieron Duke Ellington, Bill Evans y Dexter Gordon yo estuve ahí. Cada vez que ha venido algún músico siempre los he ido a escuchar. Cada vez que me entero que va a venir un músico a nuestro país, como hace un tiempo vino Herbie Hancock, antes del concierto escucho toda su música para familiarizarme con su manera de expresarse y su forma de decir la música.

 

 

¿Nunca tuvo necesidad de tocar un instrumento?

Yo estudié piano, tocaba Johann Sebastian Bach, pero tuve la desgracia que mis amigos eran Lalo Schifrin, Bubby Lavecchia y el Gato Barbieri, en esos tiempos venían a mi casa a tocar y yo terminaba tocando el costurero de mi mamá que era de madera, porque al lado de esos monstruos…, por eso me convertí en un coleccionista, porque yo me sentía “nada” al lado de ellos. Todavía leo las siete claves, así que la música me sirvió para algo: aprendí a solfear casi al mismo tiempo que a leer y escribir.

 

 

¿Qué se sentía tener a estos prodigiosos de la música en su propia casa?

Mi madre me permitió que yo recibiera a mis amigos en mi casa, ella lo entendía como favorable y pensaba que yo estaba más protegido al estar en mi casa y recibir a mis amigos, así que en principio yo no tenía problemas en ese aspecto, pero bueno, al cabo de un tiempo la terminamos cansando, fue cuando un día ella me vendió el piano y se acabó la historieta.

Mi padre no se metía en esas cosas, vuelvo a insistir a él le gustaba mucho la música y el canto, era algo un poco inusual para esa época, te vuelvo a decir mi padre nació en 1906, le gustaban los boleros, le gustaba Roberto Yanés que era de esa época. De alguna manera accedían y me permitían que escuchara lo que para aquella época era algo completamente atonal, atípico y no audible como el Jazz. Pero me respetaron y gracias a Dios estuve muy entretenido porque debido a esa apertura de aquellos años aún hoy, todas las semanas, recorro las disquerías buscando algo interesante. Siempre encuentro algo nuevo o que no tengo. Además yo escucho y cuando escucho intento descubrir quien toca cada instrumento, si acierto me felicito y si no me castigo “cachetito” en la mejilla. A mí me interesa quiénes tocan, cuál es el tema, en que año se grabó y quién era el ingeniero de sonido. Me interesan todos los que integran la grabación.

 

 

Su otra pasión son los autos. ¿Cuál es el que más recuerda, que verdaderamente apreció tenerlo?

El primer auto que tuve fue cuando tenía 18 años, fue un Chevrolet 40 que era una cupé como la que tenía Juan Manuel Fangio, verde oscuro, ese fue el primer auto que tuve. Ahora el que tengo es el número 58, tengo además dos Mercedes Benz. Uno es modelo E350 2016 biturbo AMG, es decir la línea más sofisticada de la marca alemana. Hace unos días encontré un CLX 350 de hace 10 años y me lo compré porque tenía 38.000 kilómetros, una vejentud pero quedé maravillado de verlo, es un automóvil de unas líneas magníficas. Cuando voy por la calle y veo un Renault 12 que esté en buen estado me paro a mirarlo porque me encantan. Siempre recuerdo que el Renault 12 es un diseño de Pininfarina, Fue un diseño de un coche Delta que en su momento fue extraordinario, así que los admiro, me gustan las cosas calientes, las mujeres, los autos, los perros, los caballos. (risas)

 

 

¿Cómo equilibra su actividad como empresario, la cinofilia y sus pasiones?

Yo represento a una serie de firmas, entre ellas está la marca Ferrum que desde hace 54 años tengo para las provincias de Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Ahora el manejo está en manos de mis hijos, yo tengo la suerte de que ellos son vivos pero no son avivados y manejan las cosas bien. Yo hago de vez en cuando la parte social porque a esta altura del partido no trabajo porque no tengo más tiempo disponible, me tengo que ocupar de los discos, de los perros de la Federación, del techo de la Federación, debo decir algo ecológico: yo me ocupo hasta del papel higiénico de la Federación y esas son las cosas que absorben por completo la totalidad de mi tiempo.

En la parte cinófila tengo dos compañeros y amigos de toda la vida que son Pedro Néstor Frascino y Miguel Ángel Martínez con los cuales me complemento a la perfección. Yo me ocupo de la parte financiera y económica de la FCA y ellos la parte que importa, la parte que interesa, la parte que hace a nuestro adelanto a nivel mundial que es la cinófila.

 

 

¿Cómo era la Federación Cinológica Argentina en los años 70, cuando usted empezó con los perros?

Todo estaba para ser construido de cero, no estábamos reconocidos por la FCI, entonces para alquilar un lugar donde funcionar teníamos que salir de garantes nosotros mismos, porque no teníamos ningún aval, ninguna circunstancia que nos sirviera para ir hacia adelante. Por eso es que uno pondera tanto y defiende tanto todo este esfuerzo, que mucha gente no lo conoce o no lo reconoce. Nosotros empezamos de la nada misma. Yo me acuerdo cuando estábamos atrás de las cortinas viendo cómo se trataba de incorporar la Federación a la FCI, todo una novela, toda una aventura, era algo que parecía imposible de lograr y sin embargo se consiguió. Yo me acuerdo del primer viaje de Miguel Ángel Martínez a Israel, no teníamos ni para el viaje al Aeropuerto Internacional de Ezeiza y juntamos las monedas para poder llegar, entonces todo eso hoy nos gratifica y nos hace sentir parte de la cosa. Yo hago por año más de 40.000 kilómetros para venir a la Federación todas las semanas desde Mar del Plata. La gente no tiene ni la más mínima idea, pero hay que ir y volver infinitas veces y ocuparse de las cosas más diversas; hay veces que uno tiene éxito y hay veces que no, las cosas son complicadas y difíciles en muchos casos.

 

 

Usted disfruta mucho de haber logrado vencer los desafíos y llevar a cabo cada proyecto de la FCA

Alguno desafíos parecían fruto de una imaginación enfermiza, porque aparentemente no se podrían lograr nunca, sin embargo los hemos ido obteniendo en el aspecto material y en la posición que la FCA ocupa en el mundo, yo no sé si los argentinos tienen idea de lo que nosotros somos y si tienen idea de la labor que desarrolló Miguel Ángel Martínez en cuanto a la posición internacional de nuestra Institución. Somos reconocidos por todo el mundo, la FCA es reconocida y distinguida en todo el mundo , una distinción que a veces no tienen nuestros propios coterráneos, cosas que a veces a uno lo lastima un tanto, pero es así.

 

 

¿El perro es una buena excusa para conocer gente?

Pero claro, el perro es el factor que nos une, el hombre no lo quiere reconocer pero de alguna manera siempre se siente algo superior, se siente un dios, pero la única manera de sentirse dios es teniendo un perro, porque como te mira tu perro, como te admira tu perro, no hay nadie en el mundo que lo pueda hacer. Pero además es un justificativo para unirnos y para abordar otros temas, otras circunstancias que muchas veces se desperdician. Nosotros tenemos contacto con gente de todo el mundo y es un poco estúpido de nuestra parte hablar nada más que de perros, nosotros tenemos que abordar otros temas que son mucho más importantes, más interesantes y que nos enriquecen mucho más.

 

 

¿Cambiaría algo de lo que ha vivido o verdaderamente ha disfrutado plenamente todo lo que ha acontecido en su vida?

Yo lo he disfrutado, lo he disfrutado y mucho; mis amigos músicos han sido lo más importante, me reprocho haberlos postergado de tal manera que me convertí en un coleccionista porque sentía que no podía estar ni cerca de la sapiencia y la extraordinaria capacidad que tenían ellos, pero no me arrepiento, me ha enriquecido, a veces pienso que tengo 84 años y que han sido placenteros por todo esto.

Por ejemplo, el otro día estaba sentado en la costa, había ido a Mar del Plata escuchando Bill Evans, vino un señor caminando y me dice “¿Quién es ese que está tocando?” y yo le contesté ”Bill Evans” “Gracias” y siguió. Yo me sentí tan bien, tan extraordinariamente bien de que alguien haya compartido conmigo, aunque sea por unos instantes, el gusto por un músico tan extraordinario. O cuando a la mañana agarro a mi perro lo pongo en el auto y salgo, me paro frente al mar, escucho música, leo un libro, miro a mi perro, mi perro me da besitos y la pasamos muy bien. A la edad que tengo es lo único que me queda casi, pero me siento feliz y todo eso me ha ayudado a vivir.

Por eso no estoy bromeando cuando digo que no trabajo porque no tengo tiempo sino que el tiempo que me lleva dedicarme a la música, la literatura, a mí interés por la política, la filosofía, la religión y entonces constantemente leo, y leer o escuchar música no es algo que hago por obligación ni porque aprendí sino porque es algo que viene de lo más profundo de mi alma y eso hace que mi vida sea muy, pero muy, placentera.

 

 

Recién mencionaba el valor de la amistad, del concepto que tiene de la amistad.

Pienso que amigo es alguien con quien se puede hablar sin pensar lo que se está diciendo, ese es un amigo. Yo tengo dos grandes amigos, son Miguel Ángel Martínez y Néstor Frascino y delante de ellos puedo hablar de cualquier cosa. Cuando me equivoco ellos mismos me hacen reflexionar, me hacen volver a pensar lo que dije y eso es amistad, los demás son gente a los que aprecio mucho, quiero mucho, pero no son amigos. No tengo tantos amigos.

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