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ENTREVISTA CON GERARDO PAOLUCCI

HACER LAS COSAS COMO REALMENTE HAY QUE HACERLAS, JUNTOS COMO UNA JAURÍA.

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Gerardo Paolucci

Gerardo Paolucci

Hacer las cosas como realmente hay que hacerlas,
juntos como una jauría.

Por: Alejandro Murzone

Foto: Carolina Bibiloni

 

¿En qué consiste tu trabajo en la dirección de jueces?

Mi función actual es buscar talentos en todo el país, buscar a alguien que tenga el ojo, que tenga el talento, que tenga esa chispa.

Es como juzgar perros: buscar a “ese” y que tenga la capacidad.

Por eso las puertas son muy amplias y el filtro es cada vez más fuerte.

Pero la entrada tiene que ser amplia para que podamos descubrir alguien con talento, es un gran casting.

Espero que los nuevos jueces me den todas las herramientas.

Sería un mentiroso si dijera que el Comité Ejecutivo de la FCA no me apoya.

Con todo lo que he hecho hasta ahora ni siquiera tuve un “y…”, ni siquiera una sugerencia negativa, al contrario.

 

¿La cinofilia pasa por una crisis de respeto?

Tenemos una cinofilia que refleja una realidad social. Estamos en un momento convulsionado, de cambios.

Estamos pasando de la niñez a la adolescencia. La adolescencia es combativa, inconforme, rompe reglas y por sobre todo duele.

Va a faltar un tiempo para que pasemos a la madurez y nos asentemos.

Podes seguir a uno o seguir a otro, distintas líneas de pensamiento, de comportamiento y supongo que debe haber gente que le encanta lo que uno hace, a otras les parece un horror y a otros no les interesa nada.

Y está bien y es así, un treinta y tres por ciento para cada uno. No me parece que esté mal, lo que estamos buscando permanentemente y necesitamos es poder seguir a líderes y a nosotros nos están faltando.

Líderes de pensamiento, líderes nuevos para poder seguir el camino. Pero para ser un líder hay que trabajar mucho y hacerse merecedor.

Siempre digo que los perreros somos como el mundo artístico, donde están los artistas, los cantantes y actores, pero ser artista es estar en un peldaño superior. El artista es artista, nace artista y muere artista y normalmente es de familia de artistas.

Los que somos perreros, somos de lo que ya no hay. En el mundo te dicen “este es un juez perrero”, eso es como que tenés un plus. Y perreros no nacen todo el tiempo, hay gente que por ahí lo tiene guardado y hay que descubrirlo.

Siempre digo que “tenés que cuidar tu quinta y juntarte con gente que la cuida igual que vos”.

 

¿La persistencia te facilita el camino hacia el éxito?

La persistencia te da la presencia, el éxito te lo da tus habilidades, actuaciones y resultados, creo que los títulos de nobleza quedan, pero en un perrero tu propaganda son los perros.

Tu propaganda es la consistencia, es la capacidad. Un criador tiene que ser una persona ágil. Tienes que tener una cintura muy ágil, como criador de perros y la misma cintura la tenés que tener cuando sos juez.

Básicamente un perrero o un buen criador que tiene olfato, como todo perro, el olfato de saber decir “es acá”.

 

¿Incorporar conocimiento lleva un determinado tiempo?

Yo no confiaría en una persona que empezó hace dos años y ya es juez. Quizás es un súper talentoso, puede suceder, pero hay cosas que por más que seas un superdotado tienen que ver con las experiencias y accidentes que te tienen que pasar y debes sortear para formarte.

A esta altura aún sigo viviendo situaciones de stress que me hacen preguntarme “¿Y ahora qué hago?  ¿Entre este o este?”, mi cabeza va rápido y son segundos, eso es un accidente y un ejercicio que lleva su tiempo también, el resolver con criterio “¿Qué priorizo, esto o lo otro?”.

La carrera de juez fue el camino, lo que no pensé jamás es que iba a llegar adonde estoy. No soy “Gardel”, soy un juez más de la Argentina, pero siempre quise representar al país honrosamente.

Nunca pensé que iba a estar en la dirección de jueces.

Es una responsabilidad muy grande ser juez de jueces, me espanta por momentos porque es mucho y pienso: “la pucha, tener que estar juzgando la carrera de alguien” es fuerte pero voy a tratar de hacerlo lo mejor posible.

 

¿Te sentis un embajador de tu país?

Cuando viajo a juzgar no soy Gerardo Paolucci, “soy el juez argentino”. Cuando salimos del país, para los anfitriones, es “el argentino hizo tal cosa, se porto de tal manera, juzgó de tal o cual forma”.

Es Argentina la que se representa. Mi casa es la Federación Cinológica Argentina y si bien empecé con el Kennel Club Argentino, como la mayoría de los mas viejos, me pasé a esta institución en el momento que hubo que pasarse y desde ese momento la defiendo a muerte, porque para mí la institución es mi lugar, es lo más importante y la defenderé siempre porque la Federación es mi vida.

 

Tenés que convivir con compañeros con los que coincidís en el pensamiento y otros no tanto.

Para pertenecer ¿Hay que respetar un reglamento?

Si estoy en una entidad que tiene determinados reglamentos, pero quiero ser anárquico, no puedo pretender que me vaya bien. Existen determinadas pautas que tenés que cumplir y tener códigos éticos, de comportamiento, de formas y mucho más cuando gozas del privilegio de una investidura representativa, no se puede ser un revolucionario y querer que todo cambie a tu forma y a tus ganas.

Creo que ya tenemos demasiado tiempo de nivelar para abajo, de estar esperando que al otro le vaya mal para creer que se es el mejor.

Yo creo que al otro le tiene que ir bien para que esforzándome me vaya mejor, si se quiere destruir al de al lado para poder ser mejor cada año se esta siempre un paso más abajo y esto nos está pasando hace varios años.

Todo el tiempo estamos nivelando para abajo, facilitando que al otro le vaya peor.

La gente no quiere competir, la gente quiere ir a ganar a las exposiciones, estan viendo que el otro no vaya para poder ir y ganar.

Eso me sorprende negativamente.

 

¿Con qué crees que tiene que ver esta situación?

Con la falta de educación, básicamente. Si a vos te educan en tu casa para ser el mejor tenés que saber que ser el mejor cuesta un gran esfuerzo.

En una actividad donde nosotros estamos buscando la perfección de los estándares, la perfección funcional de las razas, debería ser el reflejo de lo que estamos haciendo, entonces si nosotros buscamos la perfección para abajo vamos cada vez peor, no cada vez mejor.

Entonces nivelar para arriba es lo importante.

Entiendo que la exigencia es mayor, el que gana y hace las cosas bien tiene premio y el otro tendrá que esforzarse para poder ganar.

Logré cambiar la actitud de mucha gente porque pasaba que le preguntaban a algun criador: “¿cómo te fue en el examen? “ Y me sonaron” No, no te sonaron, desaprobaste, no estuviste a la altura.

Yo no juzgo personas, juzgo perros. Si tu perro no tiene esto, tu perro no pasó. No es personal contra el dueño. Pero la frase típica suele ser “No me da porque no quiere”.

Las personas tratan de anteponerse al perro, por cuidar la imagen del perro. Ese pensamiento errado hace que todo esto, cada año, sea peor y haya menos gente. Hay una tergiversación de los valores, el que hace las cosas bien, debe tener un premio y el que hace las cosas mal, no lo tiene.

 

Tenés admiración por la generación de los fundadores de la cinofilia argentina?

 Yo creo que la admiración en ese tiempo pasaba por el respeto.

Es algo que hoy se ha perdido a nivel social y nosotros no estamos ajenos a la sociedad general.

El respeto te lleva a la admiración, se respeta a alguien porque hace las cosas bien o porque tiene luz o porque se destaca. La admiración venía después del respeto, era el paso siguiente.

Había muchos referentes como Adolfo Spector, Jacqueline Quiros, Cacho Colombo y Remo Ripamonti, eran todas personas que yo siempre admiré.

Era tal el respeto que le tenía a esas personas que cuando me saludaron por primera vez saltaba de alegría.

Un día pasé cerca de Jacqueline y me saludó, me dijo “buenas tardes”, cuando volví a casa sentía que me había saludado Madonna, estaba feliz y no se lo podía contar a nadie, porque si se lo contaba a un compañero de colegio secundario, que me había saludado Jacqueline Quiros, me iba a decir “sos un pelotudo ¿Quién es?”.

Un día Adolfo me dijo “vení a la clínica”. Yo era un chico que venía desde La Plata, no tenía dinero, mi mamá era viuda y si bien habíamos tenido una buena situación económica ya no la teniamos más luego de la muerte de mi padre.

Para mí era un gran logro poder estar una tarde en la clínica de Adolfo, era como haber ido a Disney ver todos esos Cocker y todos esos perros. Junto a Oscar “Cacho” Colombo vieron que yo era un chico muy educado y que era una esponja porque absorbía todos sus conocimientos, entonces ellos me formaron.

Antes un juez… era un juez, era lo máximo y el criador era el pilar de la cinofilia.

No eran expositores, eran criadores. Era “el señor criador”, y en esos tiempos ni siquiera había cursos donde aprender.

Los jueces en ese momento tenían un background, la chapa suficiente y los logros para ser lo que eran.

Realmente fue maravilloso porque cuando esas personas enseñaban era la época de oro de la cinofilia y fue cuando yo me formé.

Así que fue muy fácil para mí, como para mucha gente que tiene mi edad, que fue inteligente y se acercó a quien tenía que acercarse, escuchó a uno, escuchó a otro y pudo absorber el conocimiento de quienes sabían mucho.

 

Ahora te toca ser el referente de nuevos criadores.

Siempre estuve en una posición cómoda: la de observar a otros, yo estaba a la sombra de… y en el momento que se mueren los arboles más grandes, el árbol que estaba abajo es el que queda al sol.

Ahora están naciendo nuevos brotes y nosotros tenemos que dar el ejemplo, yo ahora tengo una responsabilidad muy grande, por un lado considero que mi vida no ha sido fácil, el tema de la posición, la ética, la formación y la imagen que tengo que dar. Hoy quiero que se forme la gente como me formé yo, porque creo que tengo que dejar algo de todo lo que aprendí.

Tuve esos grandes referentes y me duele cada vez que se muere uno de ellos.

Soy conciente que ahora tengo la misión de ser el referente de los que vienen. La responsabilidad es muy grande.

Estoy en un momento que tengo ganas de producir, tengo ganas de formar y tengo ganas de hacer un montón de cosas.

Con las limitantes que puede tener una persona, pero creo que mi función en este momento es esa.

 

¿Sos consciente que tal vez puedes ser sucesor de gente muy importante y que recién empieza tu camino? ¿Te presiona esta idea?

Muchísimo, porque cada vez se está más expuesto y cada vez debo cuidarme mucho más las formas en que digo o hago.

Yo pienso que cuando te dan el título de juez cambió tu vida, tu opinión es la trompada de un boxeador, en mis conferencias siempre digo lo mismo: un boxeador no puede dar una trompada a cualquiera porque esta penado por la ley y va preso.

La gente cree que la vida de un juez es pura diversión: restaurantes, hoteles y aviones.

La realidad es que es una vida de la cual no me quejo, pero es una vida sacrificada en la cual tengo que cuidar muchísimo un montón de cosas, sacrificar decenas de cosas que tenés que hacer para poder ser una persona representativa y respetable. El respeto se obtiene en los primeros años, si en los primeros años se actúa mal o de forma torcida no se puede volver atrás, nunca más.

 

¿Qué deseo transmitirías a la sociedad canina?

Que maduren, por favor. Porque necesitamos madurar y necesitamos tener un nuevo horizonte y no perdernos en las tinieblas del tumulto.

Creo que tenemos que tener un horizonte porque tenemos todo para hacerlo y alguna vez lo tuvimos.

Es cambiar la cabeza, retomar el camino que una vez tuvimos.

Hay que buscar adentro y poder volver a encontrarnos.

Hacer las cosas como realmente hay que hacerlas, juntos como una jauría 

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